Volumen 5 | Número 9 | Marzo - Junio 2025 | ISSN: 3006-9912 / ISSN-L: 3006-9912 | Pág. 31 - 42

 

Acoso escolar y estrategias de afrontamiento en estudiantes de 2º y 3º nivel de secundaria

Bullying and coping strategies in 2nd and 3rd year secondary school students

 

Karla Maura Peñafiel Gonzales

penafielgonzaleskarla@gmail.com

https://orcid.org/0009-0007-7344-1682

Universidad Técnica de Oruro. Oruro, Bolivia

 

• Recibido: en octubre 22, 2024 • Arbitrado: en noviembre 02, 2024 • Aceptado: en febrero 02, 2025 • Publicado: en marzo 10, 2024

 

http://doi.org/10.62319/concordia.v.5i9.35

 

RESUMEN

El acoso escolar afecta el bienestar de los estudiantes, por lo que es crucial desarrollar estrategias de afrontamiento efectivas para mitigar sus impactos negativos. El objetivo del estudio fue determinar la relación entre el acoso escolar y las estrategias de afrontamiento utilizadas por los estudiantes de 2º y 3º nivel de secundaria de la Unidad Educativa “Ignacio León 2” del Municipio de Oruro, Bolivia. Se trabajó con un enfoque cuantitativo, una investigación con un diseño no experimental, de corte transversal y de tipo correlacional. La muestra estuvo conformada por 210 estudiantes. Los resultados destacan que el 29.5% de los estudiantes ha experimentado acoso escolar; el 6.2% de los casos requiere atención urgente. Se concluye que un porcentaje significativo de estudiantes ha experimentado acoso, incluyendo casos graves. La documentación de los incidentes es inadecuada, lo que señala la necesidad de mejorar los registros. Los adolescentes utilizan estrategias de afrontamiento con frecuencia, pero muchas no son efectivas.

Palabras clave: Acoso escolar; Estrategia educativa; Estudiante de secundaria; Bienestar psicológico.

 

ABSTRACT

Bullying affects the well-being of students, so it is crucial to develop effective coping strategies to mitigate its negative impacts. The objective of the study was to determine the relationship between bullying and the coping strategies used by students in the 2nd and 3rd levels of secondary school at the “Ignacio León 2” Educational Unit in the Municipality of Oruro, Bolivia. A quantitative approach was used, a research with a non-experimental, cross-sectional and correlational design. The sample consisted of 210 students. The results highlight that 29.5% of students have experienced bullying; 6.2% of cases require urgent attention. It is concluded that a significant percentage of students have experienced bullying, including serious cases. Documentation of incidents is inadequate, which points to the need to improve records. Adolescents frequently use coping strategies, but many are not effective.

Keywords: Bullying; Educational strategy; High school student; Psychological well-being.

 

INTRODUCCIÓN

El acoso escolar es un problema creciente en la educación secundaria, afectando negativamente el bienestar de los estudiantes. Ocurre en niños y adolescentes durante la etapa escolar y se trata, probablemente, de un fenómeno que ha estado siempre presente en nuestra sociedad. Para abordarlo, es crucial implementar estrategias de afrontamiento efectivas. Esto incluye programas de concienciación, talleres de habilidades sociales y emocionales, y protocolos claros para reportar y manejar incidentes. Además, fomentar un ambiente inclusivo y apoyo psicológico para las víctimas es esencial. Estas medidas ayudan a crear un entorno escolar seguro y promueven el desarrollo integral de los estudiantes (Menesini y Salvimalli, 2017).

Al respecto Zhang et al. (2019), asevera que el acoso escolar ha captado una creciente atención y alarma social en los últimos años, impulsada por la amplia difusión de los medios de comunicación, que convierte incidentes aislados en temas de gran relevancia actual. Este fenómeno afecta a niños y adolescentes durante su etapa escolar y, probablemente, ha sido una constante en nuestra sociedad, aunque ahora es más visible gracias a la cobertura mediática. Los autores refieren que su impacto se extiende más allá del entorno escolar, afectando la salud mental y el bienestar general de los estudiantes.

La UNICEF (2024) afirma que el acoso escolar es una forma de violencia que se dirige sistemáticamente hacia una víctima específica, sometiéndola a diversas formas de agresión física, verbal o psicológica. La organización destaca que este fenómeno es un problema social complejo que afecta a un porcentaje significativo de adolescentes a nivel mundial. También indica que un tercio de los estudiantes ha experimentado algún tipo de acoso escolar, ya sea físico, verbal o cibernético. Este tipo de violencia afecta profundamente el bienestar y la educación de los estudiantes, constituyendo una violación de sus derechos básicos a la salud y a un entorno de aprendizaje seguro.

Al respecto, la UNESCO (2020) refiere que los estudiantes de secundaria, en transición hacia la adolescencia, pueden sentir un impacto más profundo del acoso escolar, lo que puede generar consecuencias graves como ansiedad, depresión, baja autoestima y, en algunos casos, pensamientos suicidas. Además, la organización señala que este fenómeno no solo afecta el rendimiento académico, sino que también puede alterar el desarrollo social y emocional de los jóvenes, limitando su capacidad para establecer relaciones saludables y enfrentar desafíos futuros.

Según la UNICEF (2018), en Bolivia el acoso escolar es una preocupación creciente, con un porcentaje significativo de estudiantes afectados. Un estudio local indica que un 14% de ellos guardan silencio ante los ataques, lo que puede llevar a consecuencias devastadoras como depresión y suicidio. En La Paz, el 90% de estudiantes de secundaria percibe violencia escolar, mientras que en Santa Cruz, siete de cada diez estudiantes están expuestos a algún tipo de violencia. Estos incidentes frecuentes afectan significativamente a estudiantes de primaria y secundaria, impactando su bienestar emocional y académico. Las causas incluyen la falta de supervisión adulta, la ausencia de políticas escolares claras sobre el tema, la tolerancia cultural hacia comportamientos agresivos y la influencia de los medios de comunicación. Además, factores individuales como la baja autoestima, la inseguridad y la necesidad de poder pueden contribuir al comportamiento acosador.

En este sentido, Boulon-Jiménez (2022) afirma que para prevenir las consecuencias adversas, es fundamental implementar estrategias integrales que involucren a toda la comunidad educativa, promoviendo la empatía, la tolerancia y la resolución pacífica de conflictos. Estas acciones deben ser constantes y coordinadas en todos los niveles. Vargas y Campos (2019) relatan que se han realizado esfuerzos a través de campañas de sensibilización y programas de intervención, como el "Bullying Prevention Program", que enfatizan la importancia del trabajo colaborativo entre padres, docentes y autoridades educativas. Los autores subrayan que estas iniciativas fomentan un ambiente escolar inclusivo y seguro, mejorando así la convivencia entre estudiantes.

Diversos estudios han explorado las estrategias de afrontamiento utilizadas por víctimas de acoso escolar. En este sentido, Nacimiento et al. (2017) encontraron que los niños y adolescentes entre 12 y 18 años usan habilidades metacognitivas para afrontar el acoso, aunque las estrategias improductivas pueden aumentar la frecuencia de victimización. Otro estudio realizado por Sittichai y Smith (2018) reportaron que las víctimas de acoso tradicional suelen informar a adultos, mientras que en el ciberacoso bloquean mensajes o cambian contactos. Las chicas tienden a denunciar más y recomiendan ignorar el acoso, promoviendo un enfoque más proactivo y seguro en entornos educativos.

El estudio realizado por Neaville (2017), sobre las estrategias de afrontamiento en adolescentes incluyen informar a adultos, bloquear mensajes en el ciberacoso y promover un enfoque proactivo. Las chicas tienden a denunciar más, mientras que los chicos pueden optar por defenderse o hacer nuevos amigos. En este contexto, además, Uribe et al. (2018) encontró que los adolescentes que utilizan estrategias de afrontamiento dirigidas a la resolución de problemas y a la búsqueda de apoyo social presentan mayores niveles de bienestar psicológico. Estas estrategias no solo ayudan a manejar situaciones difíciles, sino que también fomentan un entorno escolar más saludable y seguro para todos.

Estos antecedentes investigativos revelan la necesidad de explorar el acoso escolar y las estrategias de afrontamiento en estudiantes de secundaria, debido a su impacto negativo en el bienestar emocional y académico. Es crucial identificar los grados de acoso y las estrategias utilizadas para comprender su influencia en el desarrollo integral de los alumnos, lo que permitirá diseñar programas de apoyo más efectivos. Analizar esta relación permitirá desarrollar intervenciones efectivas que promuevan un entorno escolar seguro y apoyo emocional adecuado en los estudiantes de secundaria.

La presente investigación tiene por objetivo determinar la relación entre el acoso escolar y las estrategias de afrontamiento utilizadas por los estudiantes de 2º y 3º nivel de secundaria de la Unidad Educativa “Ignacio León 2” del Municipio de Oruro, Bolivia.

 

MÉTODO

Esta investigación se llevó a cabo bajo un paradigma positivista y un enfoque cuantitativo, lo que permitió alcanzar su objetivo principal: medir la correlación entre las dimensiones y características del acoso escolar y las estrategias de afrontamiento utilizadas por los estudiantes. El tipo de investigación se basó en un diseño no experimental, de corte transeccional o transversal, y de tipo correlacional.

La población de estudio está compuesta por 306 estudiantes del género masculino de la Unidad Educativa "Ignacio León 2", específicamente de los niveles 2º y 3º de secundaria. Esta población es única porque se encuentra en un entorno educativo exclusivamente masculino, lo que permite analizar las experiencias y percepciones de los estudiantes en este contexto específico.

La muestra estuvo conformada por un grupo representativo de 210 estudiantes de los niveles 2º y 3º de secundaria de la Unidad Educativa "Ignacio León 2". Los estudiantes fueron seleccionados para participar en el estudio mediante un método de muestreo probabilístico, con el objetivo de obtener datos precisos y representativos sobre el acoso escolar y las estrategias de afrontamiento utilizadas por ellos.

La investigación se realizó en la Unidad Educativa "Ignacio León 2" de la ciudad de Oruro, un establecimiento educativo exclusivamente masculino. Esta institución ofreció una oportunidad única para analizar a estudiantes de nivel secundario. El proceso de investigación se llevó a cabo durante la gestión 2024.

Para la recolección de datos, se utilizó la técnica de observación. Posteriormente, antes de aplicar los instrumentos de medición, se proporcionó a los estudiantes una hoja de consentimiento informado. Una vez que los estudiantes o sus padres/tutores dieron su consentimiento, se aplicaron el Test de Acoso y Violencia Escolar AVE y la Escala de Afrontamiento para Adolescentes ACS.

Como instrumento se utilizó un cuestionario estructurado en dos partes bien definidas. La primera parte consta de 50 ítems, diseñados para que los alumnos evalúen la frecuencia con la que experimentan conductas de acoso. Este componente está dirigido a estudiantes de 7 a 18 años, con una duración de aplicación de 25 a 35 minutos, y puede ser administrado tanto de forma individual como colectiva.

Los ítems están organizados en una escala de tipo Likert, que ofrece tres categorías de respuesta: nunca, pocas veces y muchas veces. Esta escala permite una evaluación precisa de la frecuencia con la que se experimentan las conductas de acoso. Los ítems se agrupan en cuatro dimensiones principales: hostigamiento (12 ítems), intimidación (13 ítems), exclusión (17 ítems) y agresión (8 ítems). Estas dimensiones abarcan diversas formas de maltrato, como burlas, amenazas, exclusión social y agresión física. La segunda parte del instrumento está diseñada para evaluar síntomas clínicos relacionados con el acoso, como ansiedad, aunque no se consideró en este estudio específico.

El Test de Acoso y Violencia Escolar AVE muestra una alta consistencia interna, evaluada mediante el coeficiente de Alfa de Cronbach. El índice global de acoso alcanza un coeficiente alfa de 0,95, mientras que la escala de intensidad obtiene un alfa de 0,93. Además, la validez del test se evalúa analizando la estructura de sus elementos, lo que permite verificar cómo cada escala se relaciona con los constructos que pretende medir. Esto asegura que el test evalúe el acoso escolar de manera precisa y fiable. Para procesar la información se empleó el software SPSS, versión 23.

 

RESULTADOS

El acoso escolar y las estrategias de afrontamiento en estudiantes es crucial para comprender sus impactos en el bienestar emocional, académico y social. Identificar estrategias efectivas, como la búsqueda de apoyo y resolución de problemas, permite diseñar intervenciones que promuevan entornos escolares seguros e inclusivos, protegiendo el desarrollo integral de los alumnos que cursan la educación secundaria.

En la Tabla 1, se muestran los resultados generales del Test de Acoso y Violencia Escolar. Los resultados revelan que la mayoría de los estudiantes, el 70,5%, no reportó haber experimentado acoso en su entorno escolar. Mientras, el 29,5% indicó haber vivido situaciones de acoso, con un 22,4% clasificándose como acoso constatado y un 6,2% como bien constatado. Solamente el 1,0% de los encuestados reportó un nivel muy alto de acoso. Estos hallazgos indican que, aunque la mayoría de los alumnos no experimentan acoso, existe una proporción significativa que sí lo sufre y que requiere atención y medidas adecuadas para abordar el problema en la comunidad educativa.

 

Tabla 1. Resultado general del test de acoso y violencia escolar.

Puntuación General (n=210)

Grado

Frecuencia

Porcentaje

Frecuencia

Porcentaje

Acoso sin constatar

148

70,5

70,5

70,5

Acoso constatado

47

22,4

22,4

92,9

Acoso bien constatado

13

6,2

6,2

99,0

Acoso muy constatado

2

1,0

1,0

100,0

Total

37

100,0

37

100,0

 

En lo concerniente al hostigamiento, la Tabla 2 revela que la mayoría de los casos, el 73.3%, están clasificados como "acoso sin constatar". Adicionalmente, el "acoso constatado" representa el 19.0% de los casos. Por otra parte, los casos de "acoso bien constatado" y "acoso muy constatado" son menos frecuentes, con porcentajes del 6.7% y 1.0%, respectivamente. Estos hallazgos indican que aunque un porcentaje significativo del 19.0% de los casos fue confirmado, la baja proporción de "acoso bien constatado" y "acoso muy constatado" demuestran que existen importantes brechas en la documentación y validación de estos incidentes. Esto subraya la necesidad urgente de implementar mejoras sustanciales en los procesos de registro y respuesta a los casos de hostigamiento, con el fin de garantizar una atención adecuada y justa para las víctimas.

 

Tabla 2. Resultado del estudio sobre hostigamiento.

Hostigamiento (n=210)

Grado

Frecuencia

Porcentaje

Frecuencia

Porcentaje

Acoso sin constatar

154

73,3

73,3

73,3

Acoso constatado

40

19,0

19,0

92,4

Acoso bien constatado

14

6,7

6,7

99,0

Acoso muy constatado

2

1,0

1,0

100,0

Total

37

100,0

37

100,0

 

En cuanto al estudio sobre intimidación en la Tabla 3. se puede apreciar que la mayoría de los casos no han sido confirmados oficialmente, con un 85.7% clasificados como "acoso sin constatar". Solo un porcentaje menor del 10.5% de los casos fue clasificado como "acoso constatado", mientras que los casos de "acoso bien constatado" y "acoso muy constatado" son aún menos frecuentes, con porcentajes del 2.4% y 1.4%, respectivamente. Estos hallazgos indican una notable falta de evidencia o reconocimiento oficial en los incidentes de intimidación, lo que evidencia la necesidad de mejorar los procesos de documentación.

 

Tabla 3. Distribución de los Grados de Intimidación.

Intimidación (n=210)

Grado

Frecuencia

Porcentaje

Frecuencia

Porcentaje

Acoso sin constatar

180

85,7

85,7

85,7

Acoso constatado

22

10,5

10,5

96,2

Acoso bien constatado

5

2,4

2,4

98,6

Acoso muy constatado

3

1,4

1,4

100,0

Total

210

100,0

100,0

 

 

En la Tabla 4, se aprecian los resultados del estudio sobre exclusión, se puede observar que la mayoría de los casos no han sido confirmados oficialmente, con un 63.3% clasificados como "acoso sin constatar". Un porcentaje significativo del 26.2% de los casos fue clasificado como "acoso constatado", lo que indica una cantidad considerable de situaciones verificadas. Mientras que los casos de "acoso bien constatado" y "acoso muy constatado" son menos frecuentes, con porcentajes del 9.0% y 1.4%, respectivamente. Estos hallazgos indican una falta de evidencia oficial en muchos incidentes de exclusión, lo que revela la necesidad de mejorar los procesos de documentación y respuesta ante estos eventos.

 

Tabla 4. Resultados del estudio sobre exclusión

Exclusión (n=210)

Grados

Frecuencia

Porcentaje

Frecuencia

Porcentaje

Acoso sin constatar

133

63,3

63,3

63,3

Acoso constatado

55

26,2

26,2

89,5

Acoso bien constatado

19

9,0

9,0

98,6

Acoso muy constatado

3

1,4

1,4

100,0

Total

210

100,0

100,0

 

 

En la Tabla 5, se muestra lo referente a la agresión, se puede apreciar que la mayoría de los casos no han sido confirmados oficialmente, con un 61.0% clasificados como "acoso sin constatar". Un porcentaje significativo del 31.0% de los casos fue clasificado como "acoso constatado", lo que indica una cantidad considerable de situaciones verificadas. Los casos de "acoso bien constatado" y "acoso muy constatado" son menos frecuentes, con porcentajes del 7.6% y 0.5%, respectivamente. Estos hallazgos indican una falta de evidencia oficial en muchos incidentes de agresión.

 

Tabla 5. Distribución de los grados de agresión.

Agresión (n=210)

Grados

Frecuencia

Porcentaje

Frecuencia

Porcentaje

Acoso sin constatar

128

61,0

61,0

61,0

Acoso constatado

65

31,0

31,0

91,9

Acoso bien constatado

16

7,6

7,6

99,5

Acoso muy constatado

1

,5

,5

100,0

Total

210

100,0

100,0

 

 

En cuanto a la escala de afrontamiento para adolescentes, se pudo constatar que la mayoría de los participantes utilizan estrategias de afrontamiento con cierta frecuencia. Solamente el 2.4% reportó no utilizarlas, mientras que el 8.6% las utilizó raras veces. Mientras que el 36.2% indica que las emplea algunas veces, y el 43.3% refiere haberlas utilizado a menudo, lo que indica que esta es la estrategia más común entre los adolescentes. Finalmente, el 9.5% de los participantes utilizó estas estrategias con mucha frecuencia. Los hallazgos indican que los adolescentes tienden a emplear estrategias de afrontamiento de manera regular, lo que evidencia una capacidad desarrollada para manejar situaciones desafiantes.

En torno a la dimensión de afrontamiento no productivo, se encontró que la mayoría de los participantes utilizan estas estrategias con cierta frecuencia, ya que el 49.0% las utilizó algunas veces. Mientras que el 27.6% las utilizó a menudo, y el 5.7% las utilizó con mucha frecuencia. Además, el 3.8% reportó no utilizarlas, mientras que el 13.8% las utilizó raras veces. Estos hallazgos indican que los participantes utilizan estrategias de afrontamiento no productivo de manera regular, aunque con variaciones en la frecuencia de uso. Esto evidencia una necesidad de mejorar las estrategias de afrontamiento para que sean más efectivas y productivas en el manejo de situaciones desafiantes.

En lo relativo a los resultados de la correlación entre el acoso escolar y las estrategias de afrontamiento, se observa una relación significativa, aunque débil, con un coeficiente de Spearman de 0.220. El valor p de 0.001 confirma esta relación directa, lo que indica que a mayor acoso escolar, mayor es el uso de estrategias de afrontamiento. Sin embargo, la fuerza de la correlación es débil, lo que revela la influencia de otros factores. Estos hallazgos subrayan la importancia de considerar el impacto del acoso escolar en el desarrollo de estrategias de afrontamiento en los adolescentes.

 

DISCUSIÓN

El acoso y la violencia escolar afectan gravemente a los alumnos de secundaria, impactando su salud mental y bienestar emocional, y vulnerando sus derechos fundamentales. En consonancia con este estudio, Mora-Merchán et al. (2021) realizaron una investigación en 28 países europeos, donde encontraron que las víctimas de acoso escolar presentan síntomas físicos como dolor de cabeza, dolor de estómago, dolor de espalda y vértigo. Este estudio también reveló que cuanto más frecuentemente eran acosados, más síntomas de mala salud experimentaban los niños. Asimismo, se descubrió una correlación significativa entre la frecuencia del acoso escolar y el uso de estrategias de afrontamiento, lo que respalda la idea de que el acoso escolar tiene un impacto profundo en el bienestar de los adolescentes.

Los hallazgos de Calderón (2020) revelan que el acoso escolar surge de una combinación compleja de factores sociales, históricos y culturales, que convierten el entorno escolar en un espacio hostil. Esto se debe, en parte, a la emergencia de patrones de pensamiento que buscan imponerse tanto simbólica como físicamente, lo que vulnera la integridad de los más vulnerables. Además, este fenómeno genera un profundo sentimiento de impotencia en las víctimas, llevándolas a un estado de indefensión que las conduce a la victimización. Por lo tanto, es crucial considerar estos factores para abordar efectivamente el acoso escolar y promover un ambiente más inclusivo y seguro en las escuelas.

Coarite y Carrillo (2014) señalan que la violencia y el acoso escolar son fenómenos que se manifiestan de manera inmediata y contundente en las unidades educativas de Bolivia. Estos problemas impactan profundamente el entorno escolar y el bienestar de los estudiantes, generando un clima de inseguridad y desconfianza. Los autores destacan que la falta de intervenciones efectivas, junto con la naturalización del conflicto en las escuelas, contribuyen a la persistencia de estas problemáticas, dificultando la creación de espacios educativos seguros y saludables. Asimismo, subrayan la necesidad de implementar políticas y programas integrales que aborden estas situaciones, fomentando la convivencia pacífica y el respeto entre los estudiantes.

De acuerdo con los criterios de Cano y Vargas (2018), el acoso escolar es un fenómeno profundamente arraigado en la cultura, influenciado por factores sociales y educativos que pueden ser transformados. Por lo tanto, es crucial implementar intervenciones tanto culturales como educativas para prevenir y abordar este problema, con el objetivo de crear un ambiente escolar más inclusivo y respetuoso. Además, al ser un fenómeno cultural, su modificación requiere un enfoque integral que considere las dinámicas sociales y educativas existentes en las escuelas. De esta manera, se puede promover un cambio positivo en la cultura escolar, reduciendo así la incidencia del acoso escolar.

Respecto la intimidación escolar implica conductas intencionadas y repetitivas que buscan generar miedo o someter a la víctima. García et al. (2017) hacen mención a una experiencia con alumnos de primaria y secundaria de Chiapas y Veracruz, México. En sus hallazgos hacen referencia al maltrato verbal y el físico; siendo el espacio áulico en que se presenta con mayor frecuencia situaciones de intimidación; 30.9% es victimizado y un 4.5% sufre agresiones de forma persistente; 25% refirió haber intimidado alguna vez y un 2.7% lo ha hecho de manera sistemática.

Por su parte, Ordoñez y Granja (2023) señalan que, más allá de los factores internos y externos que influyen en la exclusión escolar, y el énfasis en el análisis de acoso, intimidación o agresión, es crucial identificar manifestaciones de exclusión real y simbólica por etnia, raza, discapacidad, pobreza y otras causas. También refieren que, a pesar de los programas existentes, es importante abordarlas efectivamente para promover la inclusión educativa. En este sentido, Satici (2020) hace referencia a un estudio con adolescentes en Turquía, en el que se encontró que los análisis de mediación revelaron que los efectos negativos de la exclusión social sobre el bienestar estaban parcialmente mediados por el estrés, la autoeficacia académica y la satisfacción escolar.

Los hallazgos de Páez et al. (2020) revelan una alta prevalencia de violencia física, verbal y exclusión social en el entorno escolar, con bloqueos a través de la manipulación, lo cual genera un clima de miedo e inseguridad. En este contexto, se encontró que el 84.2% de los adolescentes escolarizados han sido testigos de algún tipo de violencia, predominando la violencia verbal (80.1%), seguida de la física (47.7%) y la psicológica (36.9%). Además, según Guzmán et al. (2023), las conductas de acoso escolar no se presentan de manera aislada, sino que suelen estar acompañadas de varias formas de violencia, mostrando asociaciones positivas y fuertes entre el acoso psicológico, verbal y físico. Esta interconexión compleja subraya la necesidad de abordar el acoso escolar desde una perspectiva integral.

Pérez (2017) refiere que la mayoría de los casos de agresión en estudiantes no han sido confirmados oficialmente, permaneciendo en un estado de incertidumbre que dificulta su abordaje efectivo y la protección de las víctimas. El autor subraya la necesidad de un sistema de reporte más transparente y eficaz para garantizar la seguridad escolar. También afirma que es necesario construir espacios para la convivencia, donde predomine el diálogo, un buen clima institucional, además de una excelente relación familia-escuela, promoviendo así un ambiente inclusivo y seguro. Esto requiere políticas educativas proactivas.

Según los hallazgos en relación con las estrategias de afrontamiento que utilizan los alumnos, Uribe et al. (2018) destacan que existe una relación significativa y positiva entre las estrategias de afrontamiento y el bienestar psicológico en los adolescentes. Las estrategias dirigidas a la resolución de problemas, ya sea a través de acciones realizadas por el individuo o buscando el apoyo de los demás, se relacionan con un alto bienestar. Por otro lado, las estrategias pertenecientes al estilo improductivo se correlacionan con un bajo bienestar. Además, Espinoza et al. (2018) hacen alusión a una experiencia con adolescentes de Ecuador, en cuyos resultados mencionan el empleo de cuatro estrategias básicas y dos estilos de afrontamiento, y se pudo concluir que predominan las dirigidas a la resolución de problemas.

Por su parte, Buitimea et al. (2024), hacen mención a una experiencia en el que los profesores utilizan estrategias tanto preventivas como reactivas para abordar la violencia escolar. Las estrategias preventivas se centran en desarrollar un entorno educativo integral que promueva la convivencia pacífica, mientras que las estrategias reactivas se implementan para responder de manera inmediata a conflictos graves. Ambas estrategias son vistas como efectivas, especialmente en contextos vulnerables donde los estudiantes están expuestos a conductas violentas fuera del aula.

Por su parte, Sandoval et al. (2022) describen una experiencia con 251 estudiantes de entre 12 y 15 años, provenientes de secundarias públicas y privadas de la Zona Metropolitana de Guadalajara. En sus hallazgos, destacan que las escuelas privadas obtuvieron puntuaciones más altas en estrategias como reunir pruebas y buscar apoyo, lo que sugiere un mayor acceso a recursos institucionales y familiares. Asimismo, resaltan que las instituciones privadas fomentan un entorno más favorable para el desarrollo de estrategias efectivas de afrontamiento, como la resolución de problemas y la comunicación asertiva. Los autores enfatizan la importancia de promover entornos escolares que faciliten el acceso a herramientas y redes de apoyo para todos los estudiantes, independientemente del tipo de institución, con el fin de reducir las brechas existentes y garantizar un manejo adecuado de situaciones de violencia y acoso escolar.

 

CONCLUSIONES

El estudio desarrollado permitió mostrar que el Test de Acoso y Violencia Escolar revela que un 29.5% de estudiantes han experimentado acoso, con un 6.2% de casos graves. La mayoría de los incidentes (73.3%) no están documentados adecuadamente, resaltando la necesidad de mejorar los procesos de registro y respuesta en las instituciones educativas para garantizar el apoyo necesario a las víctimas.

Se confirma que la mayoría de los casos de intimidación (85.7%) y exclusión (63.3%) no han sido oficialmente confirmados, lo que evidencia una brecha significativa en la documentación y reconocimiento de estos incidentes. No obstante, un 26.2% de los casos de exclusión ha sido verificado, lo que indica que, aunque una proporción considerable de situaciones es real, muchas no se registran adecuadamente. Estos hallazgos subrayan la necesidad urgente de implementar mecanismos más efectivos para identificar, documentar y abordar el acoso y la exclusión en el entorno escolar, con el fin de garantizar un ambiente seguro y protector para todos los alumnos de secundaria.

La mayoría de los adolescentes utiliza estrategias de afrontamiento con frecuencia (43.3% "a menudo" y 9.5% "con mucha frecuencia"), pero muchas no son efectivas (49.0% usa estrategias no productivas). La correlación débil (0.220) entre acoso escolar y afrontamiento sugiere que otros factores también influyen. Es crucial promover estrategias de afrontamiento más efectivas y productivas entre los adolescentes.

 

REFERENCIAS

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Boulon-Jiménez, F., Zambrana-Ortiz, N., y Martínez Plana, M. R. (2022). La educación en Puerto Rico durante la pandemia del COVID 19: Intervenciones y recursos desde la psicología escolar. https://doi.org/10.30849/SIP.GTEDinvedpand2022

Buitimea, G., Manig, M., Márquez, L., y Madueño, M. (2024). Estrategias de afrontamiento docente ante la violencia escolar entre pares desde la perspectiva del profesorado de primaria. RIDE. Revista Iberoamericana para la Investigación y el Desarrollo Educativo, 14(28), e608. https://doi.org/10.23913/ride.v14i28.1785

Calderón, G. (2020). El acoso escolar, la acción docente y la responsabilidad de la escuela. Revista Andamios, 17(43), 345-366. https://doi.org/10.29092/uacm.v17i43.778

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Coarite, E., y Carrillo, G. (2014). Consideraciones sobre la violencia escolar y los conflictos de estudiantes. Revista Integra Educativa, 7(2), 175-186. http://www.scielo.org.bo/pdf/rieiii/v7n2/v7n2_a11.pdf

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García, G., Ocaña, J., Gutiérrez, E. y Bermúdez, F. (2017). Intimidación y maltrato en estudiantes de educación básica de Chiapas y Veracruz, México. Revista Atenas,4(40),1-16. https://atenas.umcc.cu/index.php/atenas/article/view/169/278

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Menesini, E., y Salmivalli, C. (2017). Bullying in schools: the state of knowledge and effective interventions. Psychol Health Med. (sup1): 240-253. https://doi.org/10.1080/13548506.2017.1279740

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